En el Parque de los Niños de Bucaramanga, ubicado sobre
la transitada carrera 27, reposa un monumento que recuerda un fuerte golpe para
la justicia colombiana y el dolor de varios santandereanos. Fue creado como
reparación simbólica a las familias de las víctimas de la masacre perpetrada a unos
comerciantes en la que estuvieron involucrados paramilitares y miembros del
ejército. Esto según la sentencia dada por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos (Corte IDH) en el 2004.
La historia de la escultura se remonta al 8 de octubre de
1987, día en que comerciantes de Bucaramanga, Cúcuta y otros municipios,
partieron desde la capital norte santandereana con rumbo a la ciudad de
Medellín, con el fin de vender su mercancía de contrabando traída desde
Venezuela.
Aquella época enmarcada por la violencia en el país,
resguardaba peligros para civiles principalmente en las vías nacionales, algo
que estos comerciantes conocían muy bien gracias a su experiencia recorriendo carreteras
con sus mercancías. Por esto siempre llevaban a la mano elementos de aseo
personal para dárselos a la guerrilla en caso de ser emboscados y así evitar
ser secuestrados.
Al parecer el grupo paramilitar al mando de Henry de
Jesús Pérez, que operaba en la zona del Magdalena medio, se enteró de la ayuda
que los comerciantes le brindaban a las FARC en el sector y no fue de su
agrado.
Cuando la caravana con las mercancías y sus 17 ocupantes
se encontraba en Puerto Araujo, Santander, un retén militar les hizo detener su
recorrido donde miembros del ejército informaron al grupo paramilitar de su
presencia y pocos metros después, en el punto conocido como La Lizama, los
comerciantes fueros secuestrados, torturados y asesinados por el grupo al
margen de la ley.
Un par de días, después dos familiares de los
desaparecidos recibieron una llamada anónima que les informó sobre el paradero
de los cuerpos y cuando se dirigían al lugar también fueron interceptados y
corrieron la misma suerte.
Los familiares no tardaron en instaurar denuncias sobre
la desaparición de sus seres queridos a las que el estado respondió
tardíamente. En 1989 fue nombrada una comisión de 15 investigadores judiciales
encargados de investigar al grupo paramilitar que había cometido la masacre
junto a otros delitos que se les imputaba.
El 18 de enero de 1989 el grupo se dirigió al sector de
la Rochela, ubicado en inmediaciones de Simacota, Santander, donde fueron
interceptados por el frente paramilitar investigado que se presentó como un
bloque de las FARC. Tras una serie de engaños, asesinaron a 13 de los
integrantes del grupo judicial y los otros 2 quedaron gravemente heridos y
fueron quienes relataron posteriormente lo sucedido.
Tras más de 10 años de investigaciones fallidas y falta
de culpables, los hechos de la masacre de los comerciantes fueron llevados a
instancias internacionales para encontrar una solución. En el año 2004 la Corte
IDH sentenció al estado colombiano a pagar indemnizaciones a las familias de
las víctimas y a definir un lugar simbólico como “descanso final” de los
asesinados para erigir un monumento en su honor.
En el 2011 el estado entregó finalmente la escultura de
bronce creada por el artista Juan Arreaza que consta de 11 figuras masculinas,
una femenina y la de un niño, además de tener grabada una placa con los 19
nombres de los comerciantes asesinados.
Su primer paradero fue la Quinta Brigada donde estuvo 6
meses guardada hasta que por una tutela de las familias de las víctimas fue
obligada a ser ubicada en el Parque de los Niños sin mayor eco de su
significado.
Finalmente en el 2013 se oficializó su entrega en un
evento al que asistieron los directamente afectados por la masacre y altos
mandos gubernamentales, dentro de los que se encontraba el ex vicepresidente de
la República, Angelino Garzón.
Actualmente la imponente figura sigue en el mismo lugar,
robando la mirada de curiosos que circulan por el sector mientras los años ya
empiezan a hacerse notar en su apariencia.
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